Cuando te dicen que te tienes que ir a vivir a Quito (Ecuador) a 8.500 km de tu casa, la cosa es para pensárselo dos veces. En un principio es un shock para «casi todos», y digo «casi todos» porque los que peor lo llevan son los niños.
Soy madre de dos niños adolescentes y como os podéis imaginar no es la edad ideal para asimilar un cambio tan grande, pero a veces en la vida se presentan oportunidades que hay que aprovechar y de las que puedes aprender y crecer personalmente, y ésta es una de ellas.
Por circunstancias de la vida, laborales más bien, siempre hemos tenido que estar cambiando de residencia bastante a menudo. Ésto tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pues por una parte te permite viajar y conocer lugares y personas muy interesantes y por otra parte, significa que tienes que empezar de cero un montón de veces, en ciudades que no conoces, pero a la larga son experiencias muy enriquecedoras.
En estas me encuentro, aquí queriendo contar al mundo mi experiencia, esta vez en Quito, capital del Ecuador, como le dicen acá. Espero que disfrutéis de este viaje como yo lo voy a hacer. ¿Me acompañáis?